Vladimir Brontis: 6/24/12 - 7/1/12

Monday, June 25, 2012

El Libro de Neufert

En torno a la división del papel, y los formatos que se suelen utilizar, un tema que surge es de dónde vienen los tamaños A0 y A1, tan divulgados, y es interesante leer que su origen es un rectángulo de proporción dorada, que tiene 1m2 de área (diagrama superior). Es el conocido estándar DIN Serie A, del Instituto Alemán de Normalización (Deutsches Institut für Normung), que también reproduce el libro “Arte de Proyectar en Arquitectura”, de Ernst Neufert.
El papel es un árbol: tiene que ver con economizarlo. Así se trata de aprovechar el papel al máximo de modo que se desperdicie el mínimo. Llama la atención este último concepto, por si a alguien le parece un tanto opresivo partir de medidas predeterminadas, y quiere tal vez inventar su propio formato, lo cual por supuesto también es posible, e incluso se invita a eso. En este sentido lo circundantemente intuitivo nos ofrece desafíos, o problemas, y la idea es resolverlos de la manera más sencilla.

Neufer el opresor, o “El Hombre de Neufert”
Hojeando publicaciones de arquitectura, en una colección de la revista Summa, en el nº 155, leí un artículo entretenido, de Eduardo Gaggiano, llamado “Doktor Neufert”, que plantea el tema de la estandarización.
“El libro de Neufert es el único libro de arquitectura verdaderamente “universal”… Un libro de consulta. Un breviario. Un salvavidas. Cuando algo anda mal, allí está “el Neufert”. Siempre listo. Con la solución adecuada. Con la medida buscada.”
El tono suspicaz es fluido de leer, a la vez que plantea temas serios. Se refiere al “hombre de Neufert”, y a su condición: “atrapado en una telaraña de radios de giros de brazos, de vectores, de flechas y de cotas”. El contexto de este hombre, “sería la geometrización del espacio mínimo, necesario a sus movimientos elementales.” Es entretenida la crítica, de verse sobrepasado por rangos, y por cotas, y también original el sobrenombre, de “hombre de Neufert”.
Uno está de acuerdo, y se sonríe, que es el libro que todos usan para proyectar, “aunque siempre sea más elegante citar a Le Corbusier”, o tener un libro de Norman Foster abierto a la mitad, en el escritorio, y no el Neufert. Vilipendiado, pero ahí está: lo usamos. Una conspiración de silencio, eso está claro.

¿Qué es “el Neufert”?
“Arte de Proyectar en Arquitectura” es un libro con parámetros usuales, y medidas para corresponder los objetos a la fisiología. Más allá de la apología, o la crítica por el automatismo, me parece que este libro plantea un tema: habilitar estructuras, dar cabida al cuerpo humano. ¿Los libros de estándares son imprescindibles? Me hice esta pregunta en un artículo pasado, y me ha seguido rondando. En principio, son recomendaciones, sugerencias, orientaciones de diseño. Evitan el espacio inútil o inhóspito, la mala posición, distancias excesivas que llevan al mal funcionamiento. En torno a ésto, ¿es incorrecto o grave si una medida es distinta? Hay proyectos donde las proporciones tienen diferente medida que los estándares, sin embargo cobran otros sentidos. Una escalera podría tener otra proporción, de acuerdo al carácter o al contexto que se requiera. Un sendero o un recinto podrían tener una aparente desmedida, siendo útiles a otro propósito.

¿Qué es lo más importante a responder?
Me puse a pensar en el requerimiento, en la necesidad de responder a los problemas que nos rodean. Las cosas cobran sentido al ser aplicadas, guiando el fenómeno a través de un proceso de correspondencias, donde todo tendrá una concatenación, y se resolverá un problema de lo circundante a través de este proceso.
El problema de lo circundante da el sentido y el ethos al proceso, en este caso el vehículo.

Nuestro cuerpo casi en su totalidad no puede ver la luz… se vuelve precario, con lo fuerte que pueda ser, o nos pueda parecer.

Lo social en el sentido de responder al problema circundante
Ante lo que nos rodea, solo es real la intemperie, nuestra enorme precariedad para afrontar la naturaleza: no lo podemos hacer desnudos, no lo podemos hacer sin refugio, no lo podemos hacer sin alimento, no lo podemos hacer sin abrigo. Solo eso es real, el resto son iluminaciones, artilugios inventados. Solo se necesita resistir la intemperie.
Pienso que en la medida que la gente está más preocupada de responder a los requerimientos, siente menos opresiva la ayuda de manuales y catálogos, incluso de estandarizaciones.
Así uno no siente tan impositivos los estándares, ni caen tan grave los chistes del artículo, que hacen reír.

Euclides Guzmán
En el prólogo del conocido manual de Euclides Guzmán, el profesor chileno, también se plantea una crítica a la complejidad de los manuales existentes, que es la que lleva al autor a plantear una especie de manual, o catálogo: simplificar, hacer sencilla la enseñanza.

El “Curso Elemental de Edificación” del profesor Euclides Guzmán, nos lleva a un repaso de la empírica de la construcción, al sistema práctico, generalmente usado en Latinoamérica. Es imperdible en la enseñanza de arquitectura, y muchos tenemos fotocopias, o una versión en PDF de él. Nos acompaña en el proceso constructivo, y ofrece desde el principio un sentido común. El prólogo así habla de su experiencia en cursos de adultos y con estudiantes de arquitectura, teniendo por objeto familiarizar a las personas con el lenguaje de la construcción.

El tema de la optimización de recursos de lo circundante
Uno universal, y otro local, estos libros son compendios que funcionan como material de trabajo, como guía auxiliar, y en cierto sentido habilitan un esqueleto o lenguaje de comunicación. Normalizan el conocimiento.

Me llama la atención que la Ordenanza General de Urbanismo y Construcciones no recoge un tamaño específico como obligación para planos, pero siempre se hace más cómodo trabajar con A0 o A1, como convención ya reconocida, sobre la que se puede innovar. Las medidas pensadas suelen ser amables, se vuelven hóspitas. Incluso en éstas se suelen haber precavido movimientos potenciales. En este sentido el libro de Neufert, aparte de describir los formatos, incluye también indicaciones de cómo doblar el papel. Así va del prever la potencia a las suspicacias de un contexto excesivamente normado.
Luego nos comunicamos en la medida en que usamos un lenguaje similar. Enriquecerlo, dotarlo de conocimiento, es lo que hace que las obras sean mejores. Entonces el último sentido constructivo tiene que ver con ésto, es llegar a un dispositivo indesmentible, que nos ilustre de nuestros propósitos y fundamento, y las convenciones y lenguajes en parte son nuestros apoyos.

Al respecto, es posible seguir pensando si una proporción áurea es gratuita, o arbitraria. Le Corbusier también tenía ese problema de orden, de punto de partida, donde su noción de primera creatividad, o de inteligencia, era el ángulo recto, donde el Modulor a la vez era una complejización o desarrollo del rectángulo con proporción áurea. Lo claro es situarnos ante el recurso natural, que aunque indeterminado ya ofrece geometrías implícitas: más largo que ancho, más alto que bajo, etc. La geometría en este sentido es un vehículo que nos permite optimizarlo. Creación con proporción, es el tema que me ha sugerido, que ojalá pueda abordar en una próxima ocasión.

El Modulor y sus proporciones.